Aprovechando el ya clásico anticiclón de Noche Buena, nos dirigimos a la Peña del León. Una serie de líneas obvias en forma de fisuras y diedros rajan esta caliza a ratos amarillenta, a ratos azulada de arriba a abajo. Los caminos se hacen al andar, pero muchas líneas de escalada llevan siglos esperando ser caminadas. Esta es una de ellas. Un gran tejo escudado en la roca, nacido en tiempos más frescos en plena cara sur nos señala el inicio de esta escalada atlética y disfrutona, limpia de chapas, a excepción las de la primera reunión. Un par de pitones y algún puente de roca servirán de faros a los que se animen a conocer estar preciosa y desconocida pared visible desde el concurrido monte San Tirso.

Así, en una provechosa jornada abrimos Aves de Paso, otra vía de aventura de kilómetro cero.

Puedes descargarte el croquis aquí.