Volvemos a la aguja de Laguardia poco después de abrir y encadenar Réquiem por el Otoño hechizados por este muro de conglomerado de arenisca roja. Las texturas de siglos de viento, lluvia y nieve han dejado una impronta única en esta roca y los colores del otoño en las hayas que crecen al abrigo de esta aguja enamoran al visitante. Conscientes del recurso limitado que es la roca queremos minimizar el uso del taladro para convertir esta aguja en un viaje para los sentidos y subir por donde la roca nos vaya guiando y no por donde la línea recta obligue. Así, exaltando la paciencia y la exploración de esta maravilla geológica, vamos ganando metros de escalada, sintiendo que la dificultad técnica es solo una parte del pastel, la más fácil de entrenar, jugando la lucha mental la diferencia entre el éxito y el volver a casa con deberes pendientes, como nos ocurre en repetidas ocasiones. Encadenar estos largos deja un sabor de boca diferente y mucho más duradero.
En varios intentos y todavía pendiente del asalto final, abrimos La Tierra Prometida, una joya de la escalada de autoprotección en esta Sierra de Cantabria, con un par de largos de 7b y 6c+ épicos y cuatro chapas en 120 metros de viaje por un muro digno de este nombre. ¡Qué la disfruten en otoño!


