La brisa fresca del amanecer y el olor a tierra mojada son los últimos recuerdos que tenemos de Mozambique, mientras hacemos el último trayecto hasta la frontera con Malawi en la parrilla trasera de una bicicleta. En África, quien tiene una bicicleta tiene un tesoro porque les sirve de medio de transporte y también de medio de vida como transportistas, cargando en ellas hasta 200 kilos de leña, carbón vegetal, personas o sacos de maíz. Desde la bicicleta se vislumbran a lo lejos las montañas del Mulanje, unas montañas que sirven de separación natural entre estos dos países vecinos. Sin hacer caso de límites geográficos, unas nubes negras cubren sus cimas amenazando tormenta. Tras los trámites en la frontera ponemos rumbo al último pueblo bajo dichas montañas, Likhubula, donde, casualidades del destino, coincidimos con los amigos sevillanos Jana y Fernando. La previsión de tormenta se cumple a rajatabla cayendo unos 100 litros en pocas horas y ese primer día lo pasamos estudiando la «meteo» para los próximos días, la cual es igual de negra que el cielo en ese momento.

Montañas Mulanje entre las nubes. El Sapitwa con 3002m es el techo de Malawi en esta sierra
A la mañana siguiente, con más de 35ºC y 100% de humedad y con unas nubes deseando descargar de nuevo, condiciones que harían sudar a un lagarto del Sahara, subimos a conocer las cascadas del Mulanje, conocidas como Dziwe wa Nkalamba. Ahí tomamos la decisión de que al monte y, más aún en un lugar tan lejano, es mejor subir con buen tiempo. Así que, con dolor de corazón y haciendo caso de la previsión, tras conocer las cascadas decidimos bajar al pueblo y desplazarnos a otra zona del país donde podamos respirar.

Cascadas de Dziwe wa Nkalamba en el Mulanje
Si los transportes en Mozambique eran pésimos, en Malawi no son mucho mejores. La diferencia radica en que aquí en lugar de usar camiones de obra para el transporte de pasajeros, o las temibles “chapas” -furgonetas cargadas como si fuesen al infierno-, emplean coches japoneses equivalentes a un Renault Twingo, en cuyo maletero adaptan asientos. En uno de estos coches en los que en Europa nos quejaríamos al ir 5 personas, llegamos a ir 15 personas (verídico) con el equipaje atado al limpiaparabrisas trasero. ¡Es increíble lo que aguanta el eje del limpiaparabrisas! Como detalle, en el asiento del conductor van dos personas, el conductor y un cliente que tiene que vigilar sus pies para no pisar un pedal que no corresponda, al igual que en el asiento del copiloto. Durante el camino, el conductor va repartiendo billetitos a la policía, que se encarga de desearnos un feliz viaje. De esta forma llegamos a Zomba a la caída de la tarde, donde Mathew, el sacerdote de la iglesia anglicana, nos permite poner la tienda en sus instalaciones para pasar la noche. A la mañana siguiente, usando el mapa de la aplicación gratuita Maps.me, la mejor aplicación que conocemos para viajar, caminamos 25km para conocer el Zomba Plateau a través del Potato Trail. Esta región nos recuerda a las montañas europeas por su vegetación, aunque la imagen de los niños harapientos cazando pajarillos con liga para comer, o los hombres cargando más de 100 kilos de madera en la cabeza nos devuelven rápidamente al lugar donde estamos.

De camino al Zomba Plateau, vistas entre la niebla

Una vez superada la niebla en el Zomba Plateau cargando la bicicleta de leña
-
Vistas desde el Zomba Plateau del rift de Malawi y sus lagos
La economía familiar de Malawi depende fuertemente de las divisas que muchos compatriotas envían desde Sudáfrica. De este modo, es rara la familia que no disponga de alguno de sus miembros en este país. Por otra parte, nos llama muchísimo la atención la cantidad de ONG extranjeras que “faenan” por aquí. Muchas de sus carreteras, hospitales, escuelas, mercados, estaciones de autobuses y un innumerable conjunto de infraestructuras disponen del cartel indicando que han sido financiadas por agencias de cooperación europeas, norteamericanas o chinas. A lo largo de las casi dos semanas que pasaremos en Malawi no haremos más que comprobar el mal que estas agencias han introducido en el espíritu de progreso de la población. Si bien disponen de algunas infraestructuras algo mejores que las que tenían, ahora saben que si pueden dar pena de cara al exterior son capaces de conseguir financiación sin tener que dar un palo al agua. Además, la imagen que tienen de la gente blanca es la de alguien que reparte dinero sin mirar al bolsillo. Por ello, en algunas zonas del país resulta bastante molesta la situación de personas desde niños, adultos y ancianos acercándose a nosotros con un “Hey mzungu, give me money!”, traducido: -Eh blanco, ¡dame dinero! Tras más de 30 veces escuchando esto en un día, es fácil saber que su origen está en una cooperación al desarrollo que busca más ser la moneda de cambio de las potencias occidentales para poder invertir en estos países, que una ayuda real sobre la población. Podríamos citar un buen número de proyectos que tras acabarse la tutela occidental caen como plomos. Quizá, el más visible sea el del intento de acabar con la malaria repartiendo mosquiteras a la población. Pronto comprobaron que estas mosquiteras además eran útiles para pescar alevines de peces en el lago (esquilmando la futura pesca de peces de tamaño razonable), para proteger las plantas de los pájaros, e incluso como velos de novia. -Todo menos para lo que se repartieron: acabar con la malaria. Habiendo conocido la cooperación en varios proyectos desde dentro, habría que cuestionarse en Occidente qué proyectos se deben financiar, porque, ¡realmente los hay con un impacto positivo!
Desde Zomba continuamos hacia el norte haciendo una parada en Liwonde. Allí conviven los baobabs centenarios y los arrozales regados por el río en el que habitan los hipopótamos y cocodrilos. Damos un paseo de unos 18km en este entorno de verdes magníficos, potenciado por las lluvias de los últimos días, mientras la población local nos saluda sonriente desde las cabañas de adobe y tejados de paja. Al anochecer, un nublado de mosquitos emerge de los arrozales cebándose en las personas más vulnerables. Para nosotros y de momento, la técnica de acampar a diario usando nuestra tienda de campaña como mosquitera, incluso encima de las camas, cuando tenemos ocasión de dormir en alguna, nos está librando de los mosquitos y de sus consecuencias. El tiempo nos dirá si podemos cantar victoria…

Paisajes de Liwonde, arrozales y baobabs
La siguiente parada la hacemos en el Cabo Maclear del lago Malawi, también conocido como lago Niassa, uno de los grandes lagos africanos compartido por Mozambique, Tanzania y Malawi. En Cabo Maclear pasaremos los siguientes 3 días disfrutando de la vida del lago, charlando con los pescadores y aprovechando para hacer cosas tan rutinarias como la colada, preparar una buena cena y escribir. El lago es el centro de la vida de la población, usándolo para pescar su comida y garantizarles unos ingresos, proporcionando también el agua que beben y el agua con la que limpian su reducida vajilla y con la que se lavan a diario. Sin embargo, la gestión que hacen de la basura en este lugar es terrible, acabando en su mayoría en la arena de la costa y en el propio lago.

El lago es la vida de muchos pueblos en Malawi. Allí pescan, cocinan, lavan, friegan y se divierten

Mujer y su hijo limpiando la captura de pescado

Descargando el pescado cada mañana, un pescado que luego secan al sol

Niños jugando con dos preservativos africanos a modo de flotadores

Escena de Cabo Maclear en temporada de lluvias, un buen foco de enfermedades
La Navidad se aproxima y, con ella, nuestro interés de buscar un lugar tranquilo para disfrutarla. Cabo Maclear, a pesar de su suciedad manifiesta, nos ha brindado muy buenos momentos por la intensidad de la vida del lugar, pero preferimos movernos a otro punto del lago más relajado como Nkhata Bay. Antes de llegar a este punto paramos en Senga Bay, un importante puerto pesquero que demuestra que si no se aplica una regulación efectiva en la pesca se van a quedar sin medio de vida en pocos años. En su mayoría, pescan peces de pequeño tamaño que luego secan al sol sobre unas estructuras de madera que recubren con las tan útiles mosquiteras de la cooperación extranjera, embriagando la costa del lago con un olor muy característico. Su dieta diaria se basa en la «nshima», una masa elaborada con harina de maíz y los peces del lago fritos acompañados de sopa de tomate y, en algunos casos, hojas de calabaza cocinadas como espinacas.

Flota pesquera de Senga Bay en el lago Malawi

Tras la pesca, secan sus pescados al sol sobre unas estructuras de madera recubiertas de mosquiteras a modo de telas
Nkhata Bay es un pequeño pueblo de pescadores en la zona norte del lago Malawi, con una costa muy abrupta y rocosa de vegetación exuberante. En un lugar tan especial y bonito como este decidimos pasar la Noche Buena, pidiéndole a una mujer del pueblo, que regenta un restaurante, que nos preparase la cena y alquilando una cabaña de techo de paja a la orilla del lago. Con una temperatura tropical como la que hace y tan desconectados de las campañas publicitarias y del turrón en los supermercados, es más difícil echar de menos la Navidad. Sin embargo, cuando hablamos con la familia es inevitable tener morriña y prometer no volver a estar fuera en estas fechas.

Panorámica del lago Malawi desde nuestra cabaña en Nkhata Bay
Desde Nkhata Bay, continuamos siguiendo la larguísima costa del lago hasta Livingstonia. Esta misión anglicana, ubicada en un lugar increíble a más de 800 metros sobre el lago en una meseta, fue fundada por los misioneros escoceses a finales del siglo XIX, cansados de perder compañeros por la malaria tan abundante de la costa. Estos misioneros fueron motivados por el explorador y también misionero británico, el célebre Dr. David Livingstone, el cual quiso abolir la esclavitud en África y abrir este continente a las potencias europeas por sus recursos y también para evangelizarla. Tras la muerte de Livingstone en Zambia, su legado continuó aboliéndose la esclavitud, cristianizándose y colonizándose África por parte de las potencias europeas, principalmente por los británicos, franceses, alemanes, portugueses, belgas, italianos y en menor medida por los españoles.
A Livingstonia se accede a través de un camino de montaña terrible, tal que para realizar 15km cuesta 1 hora y media en la parte trasera de una pick-up. Al igual que hemos ido logrando durante las últimas semanas, buscamos alguna iglesia donde nos permitan poner la tienda de campaña y, también de este modo, adentrarnos en la población de la zona, algo que en un hotel es muy difícil conseguir. Ahí damos con Hans Saweya, hijo del jefe tribal de la zona, quien nos recibe de maravilla explicándonos los detalles del lugar y dejándonos acampar en la iglesia. Livingstonia es un lugar muy especial y a la vez extraño, al albergar una universidad que bien podría ser el campus de una universidad europea, pero rodeado de cabañas de campesinos de Malawi. Al día siguiente conocemos las preciosas cascadas Manchewe y Kazichi y, después, Hans nos invita a comer con su familia.

Vivac improvisado en la iglesia de Livingstonia

Cascadas de Kazichi

Cascadas de Kazichi

Con Hans Sapitwa (izquierda de Bea) y el resto del comité de bienvenida de Livingstonia
Desde Livingstonia, volvemos a bajar a la costa del lago hasta llegar a la frontera de Chitipa, nuestro último destino de este país. Malawi nos ha enseñado la crudeza que supone aceptar que la ayuda no siempre ayuda y que el dinero tiene que venir del esfuerzo, ya que de lo contrario genera dependencia. También nos ha enseñado que una cosa es ayuda humanitaria cuando la población está al borde del colapso, lo cual es muy loable, y otra cosa diferente cooperación para que se desarrollen más rápido, la cual tiene que estar muy bien planteada para resultar efectiva. También nos ha proporcionado muy buenos momentos con la gente maravillosa que hemos conocido a lo largo de este pequeño pero largo país.
Chitipa es la frontera de tres países: Malawi, Tanzania y Zambia. Tras insistir en repetidas ocasiones que deseamos cruzar a Zambia, nos miran como si no supiesen de qué país hablamos. ¡En el siguiente capítulo os explicaremos por qué!
Difícil y dura vida la de esta gente que sobreviven a base de esfuerzo , aunque las condiciones no les benefician en nada .Vosotros tened cuidado con los mosquitos pues una de las plagas más perjudiciales para vosotros ,aunque vivir una experiencia tan inolvidable os va a aportar recuerdos inolvidables y únicos. Un beso muy fuerte para los dos y suerte en esta vuestra aventura.
Me gustaMe gusta