Tras recorrer el sur y centro de Mozambique tomamos un vuelo interno de Beira a Nampula para ahorrarnos al menos dos días dando tumbos por la Nacional 1, la carretera principal del país, que se encuentra en un estado lamentable. Las dudas iniciales de si merece la pena esta pequeña “trampa” en un viaje por tierra se ve más que compensada al saber que los segovianos Teresa y Santiago se quedan tirados una noche en medio de un socavón de la carretera y que se tiran varias jornadas para completar este trayecto. Por otra parte, otros chicos sudafricanos que conocemos tardan 76 horas en un autobús sobrecargado de gente para cubrir estos 1.100 km de carretera, calificándolo como “la peor experiencia de su vida”. Por una vez, no somos nosotros los que tenemos batallita que contar y llegamos frescos y relajados a Isla de Mozambique.
Isla de Mozambique fue la primera capital del país y un importante centro de tráfico de esclavos en el Índico, primero por los árabes y, posteriormente, por los portugueses. La isla conserva la esencia colonial portuguesa, con edificios sólidos sin apenas mantenimiento desde la independencia. El vigilante de la fortaleza portuguesa de la isla accede a dejarnos acampar en la puerta esa noche. A cambio, le llevamos un refresco para hacer más amena la noche de guardia. Cuando nos disponemos a montar la tienda de campaña llega Yolanda, la arqueóloga del fuerte, quien directamente nos invita a que acampemos dentro de la fortaleza, sin duda el lugar más seguro de toda la isla. Yolanda y su marido Ricardo, director de arqueología de Mozambique, nos tratan de maravilla guardándonos nuestras mochilas y dejándonos las llaves de su casa en la playa (sin estar ellos en la casa) para el siguiente día: toda una prueba de confianza y buen recibimiento. A este plan nos apuntamos nosotros y un par de viajeros sevillanos que acabamos de conocer con un plan de viaje similar al nuestro, Jana y Fernando. Con este par de titanes alquilamos un velero de pesca para conocer las cercanas islas de Siete Paus y Goa y la playa de Cabeceira Pequeña, habiendo pactado con el guía que nos recogiese en la casa de los arqueólogos. Si bien el snorkel en estas aguas es mejorable porque el coral y los peces están arrasados por la pesca intensiva, el color turquesa de las aguas y el blanco de la arena es magnífico.

Isla de Mozambique, antigua capital del país

Playa enfrente de la fortaleza de Isla de Mozambique

La mayoría de la población vive de la pesca, una pesca que está arrasando el arrecife de coral

Acampando en la fortaleza portuguesa

Una escena cualquiera de Isla de Mozambique

Atardecer desde la fortaleza de Isla de Mozambique

Aguas paradisiacas en la isla de Siete Paus

Arena blanca y aguas turquesas en Siete Paus

Con la arqueóloga Yolanda, que junto con su marido Ricardo están llevando a cabo la enorme labor de explorar los más de 20 barcos hundidos alrededor de la fortaleza portuguesa de Isla de Mozambique. Buscan voluntarios que tengan pasión por la arqueología y el buceo
El día siguiente en Isla lo dedicamos a conocer la labor que realizan las monjas franciscanas en su misión, acompañando a la hermana Antonia (de un pueblo de la sierra de Almería y 76 años) en sus labores. Primeramente, visitamos la escuelita que están construyendo para los niños de 3-6 años, donde la hermana da un buen rapapolvo a los albañiles por no dejar bien acabados los muros. Es muy llamativo ver a una jefa de obra con esta edad y con esa bravura. Posteriormente, visitamos las casas que han construido las monjas facilitando los materiales, después de que una riada dejase sin hogar a multitud de familias musulmanas. La hermana regatea en corto entre la gente que se intenta aprovecha de su generosidad y la gente que verdaderamente lo necesita. A continuación, visitamos el comedor social donde damos de comer a más de 300 niños. La hermana Antonia nos invita a comer en el convento y, sin apenas terminar de comer, abre la farmacia del convento, donde reciben a multitud de personas que no disponen de los medios para adquirir medicinas, o para conseguir aquellos medicamentos que no disponen en el hospital de la isla: probablemente el peor hospital que hemos visto nunca. Sin duda, el sedentarismo y la falta de voluntad en estas misiones católicas no existen.

En el comedor infantil que organiza la monja española Antonia, donde alimentan a más de 300 niños al día en su mayoría musulmanes. Este es uno de los muchos proyectos que gestiona con tesón!

Sala de pediatría del hospital de Isla de Mozambique: sin palabras…

Paciente esperando su turno en el hospital de Isla de Mozambique
Al día siguiente hemos quedado con Alberto Vera, el obispo de esta región y riojano de Aguilar de Alhama, quien casualmente va a la isla esa mañana. Él nos llevará en su coche a Nacala, capital de la región, y nos pondrá al día de las desigualdades en esta zona, donde el VIH llega al 40% de la población y la mortalidad infantil por malaria y diarreas al 30-40%. Su labor, en la que es una de las regiones más pobres de uno de los países más pobres del mundo (el puesto 180 de 188 países en Índice de Desarrollo Humano), es cuanto menos complicada. Tras un asedio de preguntas por nuestra parte, la única salida posible a la situación de este país es la educación y un cambio cultural importante. Alberto nos pone en contacto con las monjas pilarinas de Nacala, cuya sede central está precisamente en Logroño. En la misión de las pilarinas, con Carmen (de un pueblo de León), Leonor (de Colombia) y Custodia (de Mozambique) pasaremos los próximos tres días, las cuales nos tratarán como si fuesen nuestras abuelas aunque mucho más jóvenes, dándonos de comer de maravilla y mostrándonos su increíble labor en este lugar. Llegaron en 1992, durante la guerra civil de 16 años que reventó el país y fundaron una escuela, un centro de nutrición para niños malnutridos y un hospital donde tratan a diario a más de 100 personas. Estos tres días han sido una cura de humildad de lo que se puede hacer si el día se enfoca a hacer el bien.

Con los segovianos Santiago y Teresa y el obispo de Nacala, el riojano Alberto Vera en Isla de Mozambique

Con las hermanas pilarinas Leonor, Custodia y Carmen en Nacala
Como la logística en Mozambique es cuanto menos complicada, adelantamos nuestra salida del convento de las pilarinas para tomar el tren que nos llevará de Nampula a Cuamba. Este tren atraviesa unos paisajes espectaculares de poblados remotos entre macizos de granito. Como detalle, le cuesta 10 horas cubrir 300km de recorrido. En cada una de sus innumerables paradas surgen vendedores que se ponen de puntillas en las vías para vender sus productos a través de las ventanas del tren. Para ahorrarnos un poquito de dinero optamos por viajar en segunda clase ante la mirada extraña del resto del vagón, poco acostumbrados a los blancos en estas situaciones. Minutos después de salir del tren en Cuamba, cuando todavía estamos estirando las piernas de la experiencia del tren, un hombre nos saluda sonriente desde la parroquia de San Miguel. Nos acercamos a saludarle y tras un rato charlando nos deja un cuarto para que pasemos la noche, un nuevo golpe de suerte que no dejamos pasar.

Una de las innumerables paradas del tren Nampula-Cuamba. Tarda más de 10 horas en recorrer 300km y atraviesa alguna de las zonas más auténticas del país. En cada parada multitud de vendedores se acercan a vender sus productos y es una excelente ocasión para catarlos

Poblados aislados en la ruta Nampula a Cuamba. No dispones de luz ni agua corriente y cada año tras las lluvias tienen que rehacer sus casas de barro y paja. Es en estas zonas donde la malaria suma sus cifras. Para una población de 450.000 personas disponen de una sola escuela de secundaria.
A la mañana siguiente madrugamos de nuevo para tomar una “chapa” que nos lleve a Gurué, uno de los lugares más frescos y verdes de Mozambique -célebre por sus plantaciones de té-. Las primeras lluvias de la temporada han dejado la pista de tierra bastante impracticable para vehículos normales y, al cabo de un rato, tenemos que parar porque un camión se ha quedado atravesado en el camino de lado a lado bloqueando la circulación. Una multitud cava con azadas con la intención de agrandar el camino para poder desatascar el camión del barro. La situación es bastante surrealista y, cuando ya pensamos que nos tocará desandar el camino, vemos un reluciente todoterreno en sentido contrario. De él se baja un blanco portugués, Eduardo, y nos acercamos a comentar la jugada. Eduardo tenía la intención de llegar a Cuamba, el lugar del que veníamos nosotros, pero al ver esta situación decide volverse a Gurué. Nuestros ojos se abren de alegría. – ¿Podrías llevarnos? Por favor, le decimos al unísono. – Ningún problema, subid al carro. Eduardo nos llevará a la misión católica donde dormiremos los próximos días en un cuarto limpio con baño por 13 euros. Gracias al ahorro de tiempo que nos facilita Eduardo en su vehículo y a la casualidad de encontrarnos con los amigos sevillanos por las calles de Gurué, aprovechamos el resto del día con ellos para completar los 16km de caminata hasta una bonita cascada rodeada de campos de té. El paisaje es de un verde y de una belleza incomparable. Los recolectores de la hoja de té cargan cestas de caña en sus espaldas donde recogen las hojas más verdes. Su salario mensual trabajando 6 días a la semana tantas horas al día como para conseguir recoger 50 kilos de hojas es de tan solo 57 euros, otro claro ejemplo de que la esclavitud sigue existiendo. Ellos y sus humildes familias viven en casitas de barro y techos de paja entre estas plantaciones. Cuando intentamos visitar la fábrica de té podemos comprobar que pagan a sus trabajadores con alimentos, una práctica que ya creíamos extinta y que pudimos conocer en las salitreras del norte de Chile.

Camión atravesado en la carretera a Cuamba. Con las primeras lluvias muchas de estas carreteras de tierra se vuelven toda una aventura

Norte de Mozambique en el inicio de la temporada de lluvias. La población usa estos charcos en las carreteras para beber, lavar la ropa y lavarse

Niño cazando termitas que luego secan y comen

Campos de té de Gurué. Bea ayudando a los recolectores

Escena en la recolección de té en Gurué

Cascada de Gurué
Eduardo nos invita a su fiesta de 50 cumpleaños y nos indica que habrá tortilla de patata y distintos tipos de croquetas ya que su mujer es sevillana. Por esta razón, posponemos nuestra salida de Gurué para no fallar a este evento y así poder compartir una buena cena con esta familia tan especial. Además, quizá sea nuestra última posibilidad de probar croquetas hasta volver a casa.

Recolección del té en Gurué

Transporte de pollos. Los que van cerca de la rueda llegan ya desplumados
A la mañana siguiente madrugaremos con dolor de corazón para intentar cruzar a Malawi. Llevamos casi un mes en este país y, todavía, ingenuos de nosotros, despreciamos el tiempo que nos costará hacer 400 km de carreteras mozambiqueñas hasta la frontera. Tras casi 12 horas de transportes infumables (26 personas en un vehículo como una Renault Traffic en la que en Europa irían un máximo de 6) nos quedamos a 2 km de la frontera. Allí, buscamos la primera iglesia católica y pedimos un hueco para plantar nuestra tienda. Un amable y sonriente cura italiano nos ofrece un espacioso salón parroquial, que en ese momento nos parece mejor que un hotel 5 estrellas gran lujo. Al día siguiente, todo parece indicar que seremos capaces de recorrer los 2 km hasta la frontera de ese pequeño y verde país que es Malawi. Sin duda, Mozambique nos ha marcado por el grado de escaso desarrollo que se vive en grandes partes del país, que junto con el sur de Madagascar son las zonas más pobres y atrasadas que hemos conocido nunca. Sin embargo, en todas las partes nos han abierto las puertas con una sonrisa en la cara, han tratado de que estemos a gusto en su pueblo y no nos han intentado engañar. Ojalá podamos decir lo mismo de sus vecinos algo más ricos que visitaremos en breve. ¡Moito obrigado Mozambique!
Vais a pasar unas Navidads de lo mas especial! Brindaremos por vosotros con una copita de champan!! Feliz Navidad pareja!!
Me gustaMe gusta
Muchas gracias familia! Disfrutamos mucho la Navidad pero en esas fechas siempre se echa en falta la familia y el turrón!
Me gustaMe gusta
Amigos….que espectacular aventura. Que bueno las tortillas Ale Ale!!!por eso!!!
Obtener Outlook para Android
________________________________
Me gustaMe gusta
Muchas gracias!! Repartiendo tortillas por África jej un besazo muy fuerte Amiga!
Me gustaMe gusta
Esta experiencia va a ser para vosotros única porque a pesar de las dificultades vais encontrando gente con los que podéis entablar conversación a la vez que os prestan su ayuda facilitándonos estancia y comida Sois unos cuantos. Seguir así. Un beso para los dos y hasta la próxima.
Me gustaMe gusta
¿Y vosotros? ¿Por donde estáis? Me acuerdo muchísimo de este día. Que bien que lo hemos pasado.
Me gustaMe gusta
Qué tal te va??? Nosotros muy bien. Este año en Colombia y por el norte de Europa!
Me gustaMe gusta