La Paz – Santiago, camino inca

Como bien dijo el escalador Joan Enric Farreny «los viejos caminos tienen mucha experiencia». La ruta entre las capitales de Bolivia y Chile, otrora camino del inca, hoy recorrida por bestias ruidosas de la carretera, siempre ha sido custodiada desde el aire por los omnipresentes cóndores andinos. Volando cerca de esos cóndores aterrizamos en el aeropuerto de La Paz con la idea de recorrer por carretera este trayecto entre capitales de 2400km.

Bolivia es el país más pobre de Sudamérica, pero también uno de los más ricos en tradiciones, montañas y paisajes y además un país ideal para los que nos gusta mantener un presupuesto ajustado sin cortarnos de hacer cosas cuando se viaja. Dedicamos un par de días a conocer La Paz, una ciudad ruidosa y desordenada, pero que a su vez nos parece exótica y encantadora. Con el embriagador perfume de las milanesas de pollo y papas fritas que inunda sus calles merece la pena hacer una parada y recorrer la Plaza Mayor y la iglesia de San Francisco, el Mercado de las Brujas (donde se pueden comprar conjuros y fetos de llama para la mala suerte, el dinero y el amor) y la plaza de Murillo (donde se cuentan por docenas el número de revoluciones políticas que allí acaecieron). Por la tarde conocemos el cercano Valle de la Luna (a 10km del centro), unas extrañas formaciones de arcilla erosionada que recuerdan al sur de Utah, o a las Bardenas Reales de Navarra. Nos despedimos de La Paz cenando en El Alto, su vecina ciudad dormitorio ubicada «en el alto» a 4.100m, a la que accedemos en los modernos teleféricos que conectan estas dos ciudades. Desde sus cientos de puestos callejeros de comida, y degustando unas salchipapas, La Paz se extiende ante nuestros pies como la niebla que baña las montañas.

Vistas de La Paz desde El Alto, Bolivia

Vistas de La Paz desde El Alto, Bolivia

Valle de la Luna, La Paz, Bolivia

Valle de la Luna, La Paz, Bolivia

Aconsejados por mi amigo Josu vamos a Sorata, un pintoresco pueblo de montaña a unas cuatro horas en colectivo público (se toman a dos cuadras al norte del cementerio de La Paz). Sorata es el punto de acceso para conocer la laguna de Chillata y el cerro Illampu (6.485m). Una pista de tierra zigzaguea desde Sorata entre campos de maíz y habas. Atravesamos algún pueblito con casas de adobe donde los niños juegan con coches de hojalata tirados de un cordel, mientras miran con envidia al hijo del cacique engominado y repeinado con su vehículo teledirigido que salta entre charcos de barro. Desigualdad, sí. Así de entretenidos y comentando la escena llegamos a la altura de 3.600m, donde la pista se convierte en el sendero para acceder a la laguna Chillata (4.204m). Atravesamos una negra capa de nubes como si fuésemos borricos con anteojeras, en este caso borricos en la niebla porque no se ve a más de 20m. Plantamos la tienda de campaña a la orilla de la laguna y un minuto después una suave lluvia helada nos acaricia la piel. -Cocinemos algo mientras para la lluvia, decimos los ingenuos de nosotros. Esa noche descubriremos dos cosas. La primera es que vale la pena probar el cartucho de gas antes de fiarse de él, ya que al parecer su rosca está estropeada y no podemos cocinar nada. La segunda es el significado de invierno boliviano. Durante diez horas asistimos como espectadores a esto último: un impresionante festival de luz y sonido (relámpagos y truenos), acompañados por un baño de unos 100 litros por metro cuadrado, que hace que parezcamos naúfragos encima de nuestras colchonetas dentro de la tienda, mientras el resto de cosas casi floten en su interior. Aprovechamos el descanso de este festival para bajar como perros mojados con el rabo entre las piernas. Cuando volvemos la vista atrás, el majestuoso Illampu se deja ver entre las nubes mascullando un «hasta la próxima chicos».

Laguna Chillata

Treking a la laguna de Chillata y cerro Illampu desde Sorata, Bolivia

Sabiendo ahora del invierno boliviano en sus montañas, decidimos conocer Copacabana y la Isla del Sol en el Lago Titicaca, el lago navegable más alto del mundo. Si bien Copacabana nos parece el Benidorm del lago, la Isla del Sol es un lugar encantador. Sus laderas se elevan aterrazadas con cultivos de habas, y los burros son los únicos vehículos autorizados en sus estrechos senderos. Buscamos un hostal para pasar la noche en Yumani, el pueblo más meridional de la isla. Debido a unos enfrentamientos por el reparto de los turistas entre el pueblo del centro de la isla y el del norte, hoy en día los visitantes no podemos conocer más que la mitad sur de la isla. Las vistas desde lo alto del cerro son preciosas y pasamos un buen rato jugando con las hijas de Mariane, mientras ventean la cebada que sembrarán mañana. Cenando en un mirador viendo el atardecer nos acordamos de las cenas en el lago Maggiore de Italia, esta vez cambiando las pizzas por la trucha del lago Titicaca.

Isla del Sol

Campos aterrazados en la Isla del Sol del lago Titicaca, Bolivia

Isla del Sol

Mariane venteando la cebada, Isla del Sol, Bolivia

La siguiente parada en Bolivia será en Uyuni, a 700km al sur del lago. Tras bajarnos como noctámbulos del bus nocturno que cubre La Paz con Uyuni, un buen grupo de personas nos asedian para que hagamos con ellos el tour de tres días por el famoso Salar de Uyuni. Tras un tira y afloja de regateos, en un par de horas estamos montados en un 4×4 rumbo a conocer la estación de trenes abandonada de Uyuni y el salar. Aunque yo ya había hecho este mismo tour hace un par de años, no me importa repetirlo con Bea con el añadido de ver el salar inundado como un espejo. Con una superficie superior a dos veces el tamaño de La Rioja, es el mayor salar del mundo. El recorrido de más de 100km hasta la isla de Incahuasi (en el centro del salar) es una simplificación del paisaje al extremo. Nada más que una superficie blanca como la nieve se funde con el cielo eliminando toda perspectiva del campo visual. Nada ante todo. Estos lugares tan absolutos como este salar, los desiertos, las cumbres de las montañas y el mar tienen un magnetismo especial para nosotros. El mismo magnetismo que otras personas sienten por los escaparates y los centros comerciales. Abstraídos por este lugar volvemos la realidad de que es 31 de diciembre y que la mayor parte del mundo está también abstraída empinando botellas. Esa noche dormimos en un hotel construido con bloques de sal del propio salar en el pueblito Colcha-K, cuyo gentilicio no quiero acordarme. Celebramos el fin de año con los habitantes del pueblo. La fiesta tiene lugar en un salón de usos múltiples y por las calles del pueblo, donde tan pronto nos ven nos regalan el «kit de fin de año»: unas maravillosas cervezas «Huareñas» y unas ramas de árbol que todos los presentes usamos para agitarlas por las calles al ritmo de sus charangas. Nos sorprende la hospitalidad de estas gentes que nos invitan a chupitos de alcohol cuando entra el año, mientras nos miran con cara extraña cuando nos comemos las uvas.

Salar de Uyuni

Monumento del Rally Dakar, Salar de Uyuni, Bolivia

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Jugando con las perspectivas en el Salar de Uyuni

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Parte seca del Salar de Uyuni, Bolivia

Salar de Uyuni

Espejo del Salar de Uyuni inundado, Bolivia

Al día siguiente conocemos el Valle de las Rocas y varias lagunas altiplánicas abarrotadas de flamencos, que osan vivir a más de 4.000m comiendo las micro-algas que allí viven. Este paisaje altiplánico no creo que deje indiferente a nadie, es simplemente espectacular. Acabamos el día en la laguna Colorada, que recuerda a la tabla de colores que usan los pintores: el rojo de su agua combinado con el blanco de las sales de Boro de su orilla, el rosa de sus flamencos y el verde de sus «pajas andinas» (hierbajos adaptados a vivir a esa altitud), hace que una luna llena saliendo detrás de los volcanes de 5.000m no robe el protagonismo de la escena.

Laguna Hedionda

Laguna Hedionda, Bolivia

Laguna Colorada

Colores en la laguna Colorada, Parque Nacional Eduardo Avaroa, Bolivia

Madrugaremos bastante al día siguiente para ver el amanecer en los geisers del Parque Nacional Eduardo Avaroa, ya que con los -10ºC de esas horas los gases de los mismos son mucho más visibles. Continuamos con una parada en unas termas y acabamos este tour en la laguna Verde bajo el volcán Licáncabur (5.940m): el mismo volcán que la última vez por estos lares subí con mi hermano. Un transfer organizado por la misma agencia del tour nos recoge en la frontera chilena (a 30min de la laguna Verde) y nos lleva a nuestro siguiente destino: San Pedro de Atacama (Chile).

Geisers Parque Nacional Eduardo Avaroa

Geisers del Parque Nacional Eduardo Avaroa, Bolivia

San Pedro de Atacama es el máximo ejemplo de sobre-explotación turística que conocemos en Chile. Quitando la iglesia de adobe con estructura hecha de madera de cactus, la verdad muy bonita, el resto del pueblo está abarrotado de operadores turísticos. Alquilamos unas bicicletas a última hora del día con la idea de al día siguiente ver amanecer en el Valle de la Luna, nuestro segundo valle homónimo en este viaje. De esta forma, aparte de ahorrarnos la entrada al Valle (ya que a las 6 de la mañana no están los guardas), nos garantizamos estar absolutamente solos en este lugar tan increíble. Bajo un telón de volcanes, el sol aparece pintando y dando volumen a las dunas de arena naranja que hacen famoso a este lugar. Continuamos el recorrido en bici bordeando el Valle de la Muerte hasta llegar al poblado pre-incaico de Pukara de Quitor. El precio de la entrada nos parece abusivo teniendo en cuenta que desde fuera se puede ver perfectamente el poblado. Terminamos el recorrido en bicicleta conociendo la Quebrada del Diablo, otro lugar que merece la pena conocer por sus formaciones de arcilla.

Valle de la Luna, San Pedro de Atacama, Chile

Valle de la Luna, San Pedro de Atacama, Chile

Valle de la Luna, San Pedro de Atacama, Chile

Gran duna del Valle de la Luna, San Pedro de Atacama, Chile

Tras una parada breve en Calama, una ciudad minera sin grandes atractivos, aprovechamos a continuar nuestro recorrido tomando un bus nocturno hasta Caleta, en la costa. Si bien Caleta tiene un colorido puerto de pescadores, la cercana playa de Bahía Inglesa suele ser el motivo principal por el que la gente visita este lugar. Habíamos escuchado maravillas de Bahía Inglesa: su blanca arena y aguas verdes. Sin embargo, comprobamos cómo en realidad la playa está llena de algas (por eso el agua está verde) y la arena es blanca solamente en 100m de sus varios kilómetros de playa, que más bien parece un campo de repollos por el olor de las algas que cubren su arena. Acampamos libremente en la playa y al día siguiente desandamos camino, retrocediendo 100km hasta Chañaral, para conocer el Parque Nacional Pan de Azúcar. La ciudad de Chañaral sufrió en 2015 y 2017 dos aluviones gigantescos por las lluvias. La ciudad se desfiguró y hubo muchas pérdidas humanas. Caminando entre restos de vehículos semicubiertos de lodo y zapatillas sin dueño, lo más increíble es que muchos edificios se están reconstruyendo en el mismo lugar y con los mismos materiales de madera y chapa. Parece que confían demasiado en la sequedad extrema del desierto de Atacama.

Unas chicas que están montando una empresa de turismo activo en Chañaral se ofrecen a llevarnos gratis al Parque Nacional Pan de Azúcar, ahorrándonos los 30 euros que un taxista nos pide por 25km, cuan buitre esperando a que caiga su presa. Pasamos un buen día de playa en La Caleta de Pan de Azúcar, rodeados de pelícanos lanzándose en picado para pescar en la misma orilla. Sin duda las playas de Pan de Azúcar, mucho menos conocidas y sin explotar al turismo, merecen más la pena que la de Bahía Inglesa.

Pan de Azúcar

Playa de La Caleta del Parque Nacional de Pan de Azúcar, Chile

Tras una vuelta en bus épica al estropearse el motor en medio de la autovía, que hace que nos cueste 7 horas más el mismo trayecto, saboreamos los momentos vividos en este viaje recordando la cita de Farreny: «los viejos caminos tienen mucha experiencia».

 

4 comentarios en “La Paz – Santiago, camino inca

  1. Vaya un viaje, pues habéis pasado de todo Lo más que me ha impactado es que ante tanto cambio de temperatura podáis sobrevivir una noche así todo calado ,lo demás entra en. vuestro arriesgado plan Lo:'(bueno es que ya estáis en casa y con buena temperatura . Pasadlo bieny un beso grande para los dos.

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