La primera palabra legible que pronunció Sofía con apenas un año fue «toubab»: blanco en «wólof», la lengua más hablada en Senegal. Al grito pelao de «toubab» nos señalaba y reía correteando descalza y con el culo al aire ante la sonrisa materna de su madre, que mientras pelaba patatas en el suelo. Y es que no dijo «mamá» o «papá», sino «toubab» ante el asombro de todos los presentes. Supongo que esa admiración por cuatro jóvenes desteñidos que sintió Sofía fue similar a la que nosotros sentimos por la hospitalidad extrema que recibimos en este último viaje por África, la hospitalidad del que comparte lo poco que tiene y no del que le sobra.
Por eso esta última vía la hemos abierto con el corazón puesto en todas aquellas personas que hemos conocido y que nos han abierto su casa y sus brazos.
La «Toubab» discurre relativamente paralela a la «Dret a aburrir», unos veinte metros a su izquierda, por muros un tanto discontinuos pero compactos, con algún paso obligado sobre seguros flotantes de calidad y que hará reducir el ritmo de escalada. Una buena combinación para los que después de haber escalado en el mismo muro «Calabaza», «Sonrisa Eterna» y «Dret a aburrir» quieran seguir descubriendo lo que ofrece la caliza de Berberana.

Javier en el primer largo de la vía, el primer puente de roca de kevlar se refuerza con un Camalot del 0.75