La frontera entre Belice y Guatemala es bastante tranquila a pesar de los continuas demandas de Guatemala reclamando gran parte del territorio beliceño. La frontera la cruzo caminando un territorio libre, y ante la mirada somnolienta de los guardas fronterizos, que descansan sentados en sillas de plástico. Me resulta muy gracioso el lema escrito en la frontera en el que dice «No se admite la vagancia». Esto contrasta con la imagen de los guardias, que rebosa todo menos vagancia… Los funcionarios me reclaman un «impuesto turístico no oficial», que irá directo a su bolsillo, con el beneplácito de la Policía. Tengo dos opciones: regresar a Belice maldiciendo al funcionario, o pagar como el resto de extranjeros. Opto por la última, no sin antes maldecirle.

Frontera entre Belice a Guatemala. Viendo a los guardias fronterizos es gracioso el cartel fronterizo

La frontera no oficial. Si los niños pueden nadar entre país y país sin pasaporte así debería poder ser para el resto
Ya en Guatemala me monto en un «colectivo», una furgoneta con el triple de ocupación que la homologada, con rumbo a Flores, a orillas del lago Petén. He oído que es relativamente común que asaltadores de caminos hagan pagar el peaje de recorrer esta carretera, y me concentro en la belleza del lugar para esconder el miedillo. Pueblecitos muy tranquilos se abren en claros del bosque tropical y grandes extensiones de cultivos de maíz dan una idea de la deforestación que ha y está sufriendo Guatemala. Casi todas las casas tienen un árbol de papayas pegado a sus paredes de chapa metálica o de viejos troncos de madera. Los niños, despeinados y luciendo barro en sus pantalones, juegan con la pelota en las cuestas por las que corre un riín de agua de dudoso origen. La gente sonríe a nuestro paso con la furgoneta. Las mujeres visten ropas de muchos colores y en el caso de los hombres, vaqueros, camisa y sombreros de cowboy. Me apeo en el lago Petén, un precioso lugar entre colinas muy verdes. Aunque el lago me invita a bañarme decido continuar hasta las ruinas mayas de Tikal.
Tikal es uno de los grandes complejos mayas. Ya en la entrada, el visitante se siente abrumado por las pirámides que sobresalen sobre la cubierta del bosque tropical. Los monos aulladores y araña dan la bienvenida colgados de sus brazos y cola. Caminando entre los impresionantes templos número 1 y 2 (los arqueólogos no se han roto la cabeza pensando en nombres) se intuyen muchas construcciones, de las cuáles, los historiadores se vuelven un poco locos de descifrar, ya que los mayas no conocían el lenguaje escrito. Recuerdo con especial cariño las vistas desde el templo número 5, al cuál se accede por unas escaleras modernas de madera menos empinadas que las originales de roca. El motivo es que mucha gente se caía por las originales, y en su caída arrastraba con mal pronóstico a otros visitantes hasta el suelo. Desde lo alto de este templo y mirando hacia el este, recuerdo a mis seres queridos, con los cuáles me encantaría compartir este momento y que se encuentran a muchos miles de kilómetros de distancia.

Proceso de excavación de derecha a izquierda (financiado por la Agencia Española de Cooperación Internacional), Tikal
Por lo que dices el cruce de esta frontera tampoco es sin complicaciones. Me gusta como lo cuentas y tus fotos son bonitas. Guatemala es hermoso! un saludo!
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Me alegro que te haya gustado Zenaida! Guatemala es hermosa como todo Centro-América! Un saludo!
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