Belice, gema selvática

Belice es un país que para muchos es complicado de ubicar en el mapamundi, entre los que me encontraba. Se localiza al sur de la península del Yucatán, protegido de la vorágine turística de otros destinos cercanos como Cancún o Playa del Carmen. En mi opinión es una pequeña gema de Centro-América, ideal para iniciarse en los viajes de mochilero fuera de Europa, por su pequeñísimo tamaño (similar a la provincia de Badajoz) y diversidad cultural y paisajística. Fue colonia inglesa hasta 1981 y todavía hoy en el dólar beliceño aparece una seria reina Isabel. La lengua oficial es el inglés, aunque predominan el español y el criollo.

El aeropuerto de Belize City, la ciudad con más población del país, que no su capital, Belmopán, parece de juguete. La compañera de asiento del avión, una beliceña de unos 50 años, se ofrece a que su marido me acerque a la estación de autobuses. Así evito la jauría de taxistas, que como hienas africanas agarran las mochilas de otros recién llegados, y celebran su triunfo haciendo burla a sus compañeros cuando consiguen robar algún cliente.

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Carreteras beliceñas

Mi primera parada será la población de San Ignacio, en plena selva colindante con Guatemala. El autobús que me lleva, reciclado del transporte escolar de los EEUU (pintado de amarillo y con la separación entre filas de asientos para niños de 8 años), no deja de dar tumbos por una mordida carretera de la época colonial. El pasaporte y los dólares que llevo escondidos en los calzoncillos me dan un calor en la entrepierna, que combinado con la música reggae (muy popular en Belice) a todo volumen, hacen de este trayecto toda una experiencia. Tras buscar un alojamiento, busco a algún conductor que me pueda llevar a las ruinas de Caracol al día siguiente. Para compartir gastos, convenzo a un par de chicas de EEUU de mi mismo hotel, que rápidamente acceden a venir. Tras una negociación propia de un secuestrador, consigo rebajar el precio estratosférico que pretendía cobrar el conductor Manuel, por algo justo, unas tres veces menos que lo que pedía. Al día siguiente comenzaremos por la cueva de la Piedra del Sepulcro, en maya: Actun Tunichil Muknal. Esta cueva ha sido horadada por un río en medio de la selva, y en ella se han encontrado importantes yacimientos de la civilización maya. Tras esta parada, continuamos hasta las impresionantes ruinas de Caracol, todavía parcialmente excavadas y de la que se intuyen multitud de construcciones en forma de colinas piramidales cubiertas de vegetación. Nuestro conductor nos hace también de guía turístico esperando una propina. Cuando escucho de su voz: «estas inscripciones mayas representan el año 1423 y esto de la derecha significa después de Cristo», no puedo evitar soltar una carcajada y de ahí en adelante las visito por mi cuenta.

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Cueva de Actun Tunichil Muknal, se encuentra en la selva cercana a San Ignacio

Naturaleza salvaje llegando a Caracol. Desgraciadamente, gran parte de su selva se está quemando para cultivar maiz

Naturaleza salvaje llegando a Caracol. Desgraciadamente, gran parte de su selva se está quemando para cultivar maiz

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Ruinas mayas de Caracol

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La mayor parte del complejo de Caracol no está excavado todavía. La pirámide en la que estoy es un bello ejemplo

Cerca de San Ignacio también visitaré las ruinas de Xunantunich, más modestas que las de Caracol, pero no por ello menos impresionantes. En este caso, un par de soldados vigilan que nadie atente contra el yacimiento desde lo alto de una pirámide con ametralladoras M16. Charlando con ellos, me explicarán más del lugar y al menos con más coherencia que la del conductor-guía Manuel.

Trayecto a Xunantunich

Trayecto a Xunantunich

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Uno de los guardianes de Xunantunich, iguana beliceña

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Labrados de Xunantunich en una de sus pirámides

Habiéndome hecho una buena idea de la cultura maya, ahora conoceré los paisajes naturales del país. Comienzo con el susto del viaje recorriendo en solitario el pequeño parque nacional de Guanacaste. En un sendero muy estrecho sale un hombre de detrás de un árbol con un machete en la mano a un par de metros de mí. Me imagino lo peor, pero afortunadamente es solo un leñador ilegal que me saluda mirándome fijamente a los ojos. Para quitarme el sudor de ese susto y de los 40ºC tropicales, esa tarde me bañaré en las aguas azules del cenote del parque nacional de Blue Hole entre lianas y bromelias. Intentando salir de este parque nacional, me coge haciendo autostop el mismo conductor que esa misma mañana. Esto probablemente solo ocurra en un país tan pequeño como Belice. Sin saber a donde ir, le digo que me lleve a la playa más atractiva que haya en el trayecto que él vaya a hacer. Finalmente, acabo en Independence, un tranquilo poblado rastafari en el que la gente se mueve a ritmo de Bob Marley con viejas bicicletas. Alquilo una bonita cabaña en frente de la playa y ceno unos cocos que me he encargado de coger subiéndome a una palmera.

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Chapuzón en el cenote de Blue Hole National Park

Recorreré tranquilamente la costa hacia Punta Gorda, en el sur del país, parando en la tranquila Plasencia. Compro cacao y tamales en un mercado «casi maya», donde las ancianas vendedoras bajan sus viandas de la montaña una vez a la semana vestidas con sus ropas tradicionales.

La última parte de este viaje la dedicaré a conocer Caye Caulker, una isla con playas de película y a bucear en la reserva marina de Hol Chan entre manatíes, morenas, tortugas, rayas y miles de peces de todos los colores. Como guinda buceo entre siete tiburones y me dejo arrastrar por ellos en este precioso arrecife. Desde el avión, ya saliendo del país, veo las manchas de las fugas petrolíferas de BP en aguas del golfo, sentí tristeza por lo mucho que estaba en juego.

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Camino de la reserva marina de Hol Chan donde bucee con manatíes, tortugas, rayas y tiburones, Caye Caulker

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Los taxis de la isla de Caye Caulker son carritos de golf

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Sufriendo después del buceo con un cubalibre de ron beliceño y ceviche de pulpo

Un comentario en “Belice, gema selvática

  1. Fernando,tu espíritu aventurero se ve que lo llevas en las venas,y cada día me convenzo más de el don de gentes que tienes,pues la manera de compaginar con los habitantes,y compinches que encuentras en tus viajes es sorprendente.
    Las imágenes impresionan pero lo más importante es como trasmites esa pasión por todo lo que te rodea
    ¡ Eres genial !

    Le gusta a 1 persona

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