El cruce entre Eslovenia y Croacia es el paso del verde de prados y bosques, al rabioso azul del Adriático; el cambio de las actividades de montaña, al viaje de playa en un destino tremendamente turístico. A ver qué tal.
Nos ponemos las gafas de sol, bajamos las ventanillas y dejamos que el guitarreo de Mark Knopfler nos conduzca hasta la península de Istria, la zona más cercana de Croacia a Venecia. Nos detenemos en Porec, de estilo veneciano y con antecedentes romanos en forma de grandes losas de mármol en las calles. El mar ilumina los callejones, que bajan hasta los embarcaderos de los afortunados que tienen una casa sobre el mar. Visitamos la iglesia de Santa Eufrasia, patrimonio de la Unesco, de estilo bizantino y con buenos mosaicos. Continuamos hacia el sur hasta Rovinj, un buen ejemplo de pueblo istrio, casas de colores desconchados, iglesia dominando la colina sobre el Adriático e invasión de turistas embadurnados de crema solar por sus calles, muchos de ellos recién vomitados de los cruceros que operan esta ruta. Buscando un poco más de relax, nos adentramos tierra adentro, a Vale, pueblo medieval de empinadas y curvadas calles, sin duda para hacer más complicada su conquista.
Siempre es deliciosa una noche de calor con el zumbido de los mosquitos, que parece que estuvieran subastando nuestros brazos y piernas como si de una lonja de pescado fuese, para empezar un nuevo día con fuerzas renovadas… Nos desperezamos con un buen café en Pula, con su extraordinariamente bien conservado anfiteatro romano. Paseando por sus calles temprano, y todavía con pocos turistas, es más fácil de encontrar la belleza de estos pueblos istrios. Continuamos hasta el extremo sur de la península y nos damos un chapuzón en la tórrida agua de Prematura. Siempre había imaginado la costa croata como de playas de arena fina, sin duda un falso prejuicio. Nuestra experiencia después de recorrer varios cientos de kilómetros de costa croata son calas de piedras afiladas, no por ello menos bellas, pero sí más incómodas si lo que se busca es tumbarse cuan león marino a tomar el sol. Por esta razón, los locales suelen aprovechar a tumbarse en el hormigón de los puertos y bañarse entre los barcos.

Ejemplo del azul adriático. La costa croata tiene 1.200 islas que salpican el horizonte y encalman el mar
Uno de los pocos planes que teníamos marcados en este viaje era conocer el parque nacional de Pletvice, supuestamente la única zona del mundo similar en formación a nuestras queridas Lagunas de Ruidera manchegas. En este caso son también unas 16 lagunas, que salvan el desnivel con preciosas cascadas sobre roca tobácea. Los hayedos frondosos dan misticismo al entorno y también la sombra necesaria para sobrevivir al paseo, ya que a diferencia de Ruidera, el baño aquí no está permitido. Los 14.000 visitantes diarios, sí catorce mil, pagando unos 25 euros por persona, dan una idea del volumen de negocio que tienen los croatas con este parque. Probablemente sea más recomendable visitarlo con la caída de la hoja en octubre, y así además evitaremos la sensación de estar en las Ramblas de Barcelona, en lugar de en el monte. A lo largo de unos cuantos viajes a la espalda, he podido sufrir cómo la entrada a los parques nacionales es generalmente de pago, con precios que varían entre los 10-20 euros por persona. Esto no ocurre en España, donde todos son gratuitos. A pesar de eso, incluso nos molesta pagar por el autobús que da acceso en verano a la pradera de nuestra querida Ordesa.

14.000 visitantes al día en verano, por 25 euros por persona y día, hacen de este parque nacional una fuente de ingresos salvaje
La costa croata está jalonada por unas 1.200 islas calcáreas, bien visibles desde el interior y sin casi vegetación, sirviendo de rompeolas para la costa del continente. La carretera recorre, incrustada en los acantilados, el trayecto entre Istria y Staadgrad, la puerta del parque nacional de Paklenika. Al atardecer, las vistas de este trayecto son impresionantes y las cientos de curvas acaban mereciendo la pena. Tras intentar infructuosamente buscar un sitio para aparcar la furgoneta y dormir, esta noche nos tocará por primera vez ir a un camping para hacer lo mismo, pero pagando un doblón por ello! Cualquiera que haya viajado a esta zona en agosto habrá comprobado lo difícil de esta empresa. Al día siguiente escalaremos la Zenit al Anika Kud de 350m y 7b (5a, 5c, 6c, 6b, 6c+, 6c+, 5c, 7a, 7b, 6c, 6c, 6c), una vía preciosa sobre una caliza de calidad, que no podemos disfrutar como nos gustaría al escalar a más de 35ºC y con una humedad digna de país bananero. Nos conformamos pensando que todavía sería peor escalar en el Peñón de Ifach de Calpe en esta época… Como recomendación para escalar en esta zona, es venir en invierno, o como mucho hasta abril o mayo. Tanto nosotros, como el resto de la familia, que pasearon por el algo más fresco hayedo del parque nacional, pasamos un magnífico día y coincidimos mientras nos damos un baño en el río para hacer limpieza de cutis.

Los hermanos en calzoncillos después de escalar la Zenit al Anika Kud (pared de detrás), parque nacional de Paklenika
Esa noche disfrutamos en familia de una puesta de sol eterna. Sin saberlo, olía a última noche en Croacia. Al día siguiente visitamos Trogir y Split, con su precioso palacio de Diocleciano de hace 2.000 años. Cuando nos dirigíamos rumbo a Drubovnik, donde habíamos planeado estar algún día, un golpe de Estado en la furgoneta hizo que cruzásemos hacia Bosnia, sin saber de ese país mucho más que su triste guerra de los 90. Desde luego, ¡fue la decisión acertada!
Fernando ¿Cuándo salís de casa lo lleváis todo planeado, o por el contrario va surgiendo el reco
rrido, según os vais adentrando y ubicando en cada lugar ?
Las fotos del anfiteatro y las cascadas espectaculares .La de la familia con ese atardecer para quitar el hipo y sobre todo lo bien de tus relatos , que haces que uno se sienta como en una nube trasportado a esos rincones tan sorprendentes.
Gracias por compartir momentos tan maravillosos
Chaooooo……………
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Juani,
casi siempre improvisación al poder. Mientras no te importe mucho dónde vas a dormir, siempre es mucho más divertido viajar así! Que te lo diga Bea, que dormimos en el cráter de un volcán activo en Nicaragua 🙂
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