Dominica

En un domingo de 1493 del segundo viaje de Cristóbal Colón, se descubrió esta isla y en su honor se la nombró Dominica. Los nativos caribes, que ya habían acabado con los arahuacos de la isla prestaron una feroz resistencia a los españoles, motivo por el que estos desistieron de interesarse por ella. Lo mismo ocurrió con los ingleses y no fue hasta el siglo XVII en que los franceses la conquistaron, para posteriormente entregársela a los ingleses, que aceptarían su independencia en 1978, como hemos visto ya también en otras muchas islas del Caribe.

Dominica es una isla relativamente poco visitada. Sus playas no son maravillosas, sí sus montañas y bosques, y son pocos los que visitamos las islas caribeñas con un afán montañero y muchos los que lo hacen en búsqueda de arena blanca y poco ejercicio físico. Dominica tiene muy pocos lugares llanos y eso hace que su aeropuerto se encuentre a más de una hora de camino de la capital, en el extremo opuesto de la isla y sin transporte público. La mayoría de los pocos visitantes alquilan un vehículo para, así, cómodamente, acceder a la cabecera de sus senderos montañosos. Si hasta ahora no hemos alquilado vehículo más que en Antigua y Barbuda, Dominica no va a ser otra excepción y tocará la combinación de transportes colectivos y autostop.

Cuando llegamos a Dominica nos llama la atención su verdor y sus nubes, que se arraciman alrededor de las faldas de sus volcanes. La población vive en pequeños pueblecitos de casas de bloques de cemento y tejados de chapa, ubicados allí donde la geografía es algo amable. Nos sorprende la facilidad con la que hacemos autostop para salir del aeropuerto, que se ve rápidamente contrastada con el escaso transporte público de la zona oriental de la isla. Tras esperar más de dos horas en un pueblo, donde la única ocupación parece resultar la de fumar hierba en canutos de más de 10 centímetros en cobertizos mientras afuera diluvia, conseguimos enlazar un par de furgonetas colectivas hasta llegar a Rouseau, la capital de este pequeñísimo país de 72.000 habitantes, que es Dominica.

Dominica, tierra de volcanes y bosque húmedo
Fauna de Dominica

Dedicaremos la mayor parte del tiempo en esta isla al senderismo. El Waitukubuli, un sendero de 200km a lo largo y ancho de la isla fue diseñado hace años para atraer a algún turista extranjero y tratar de competir con los senderos de las islas vecinas de Guadalupe y Martinica, territorios franceses y, como tales, muy bien organizados para las actividades al aire libre. Sin embargo, el escaso mantenimiento de esta infraestructura está haciendo que la vegetación se apodere del sendero; además,  la desaparición de alguna turista que lo recorría tampoco ha ayudado mucho al propósito inicial. Comenzamos con el sendero al Boiling Lake, dentro del parque nacional Morne Trois Piton, un excelente recorrido en vegetación selvática que atraviesa campos de fumarolas -conocidas como el Valle de la Desolación- hasta llegar a un lago, cuyas aguas hierven de qué manera por la actividad volcánica subterránea. Probablemente, se trata del sendero más popular de la isla y contabilizamos hasta 10 personas recorriéndolo, principalmente turistas norteamericanos. Precisamente, serán varios de estos turistas los que nos faciliten un poco las cosas al llevarnos en autostop a conocer el Freshwater Lake y la imponente cascada Middleham. Será divertido cuando en otra ocasión estos mismos turistas extranjeros nos vean subidos en la caja de un camión de transporte de áridos, junto con 25 trabajadores haitianos. A estos últimos les hablamos de nuestra corta incursión en su país y lanzan su mirada al suelo. Por su reacción,  no da la impresión de que  se sientan muy orgullosos de su complicada patria. También conocimos inmigrantes haitianos en Chile y en la República Dominicana y su mirada melancólica cala hondo.

Recorriendo una etapa del Waitukubuli, el sendero de 200km que recorre Dominica
Parque nacional Morne Trois Piton de camino al Boiling Lake
Sendero del Boiling Lake
Valle de la Desolación, fumarolas sulforosas camino de Boiling Lake
Caminata de Boiling Lake, isla Dominica
Boiling Lake, uno de los lugares que ver en Dominica
Cascada Middleham, isla de Dominica

Al sur de Dominica se encuentra Scott’s Head, un parque nacional marino bastante bueno para el snorkel, aunque después de las experiencias anteriores en Barbados, San Vicente y Santa Lucía, lo veamos con perspectiva. Sí que resulta curiosa la inmersión en la playa Champagne, que al igual que el champán, la actividad volcánica bajo el agua libera columnas verticales de burbujitas que hacen cosquillas cuando se bucea.

Scott’s Head, en el sur de Dominica
Playa Champagne, que como el champán tiene burbujas fruto de la actividad volcánica submarina

Rousseau es una tranquila y pequeña capital, con un minúsculo y colorido mercado frente al mar. Charlando con una campesina, nos obsequia con un puñado de cúrcuma, una raíz que se puede parecer al jengibre para que lo plantemos cuando estemos de vuelta en casa. Finalmente, los únicos que acabarán disfrutando esa cúrcuma de Dominica serán los ratones o topos de la finca, que no dejarán ni rastro de ella.

Limón espectacular en el mercado de Rousseau
Rousseau, capital del país

De nuestro recorrido hacia la zona noreste de la isla recordaremos las Red Rocks, un tramo de costa con areniscas rojas y también la noche que pasamos durmiendo en un refugio para huracanes. De entre el variopinto conjunto de lugares donde hemos dormido, nunca nos había tocado algo así, quizá el lugar más seguro y tranquilo de la isla donde pernoctar y además financiado con dinero de cooperación europea.  Dominica será nuestra penúltima isla caribeña, ya que gracias a la desidia de una compañía aérea caribeña nos permitirá conocer todavía San Martín, territorio de ultramar de Holanda y Francia, y que nos facilitará un regreso amortiguado a Europa.

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