San Martín

La isla de San Martín tiene 87 kilómetros cuadrados, es decir, la superficie de unos 10 kilómetros por 9 de ancho y representa una rareza en sí misma al ser la mitad de la isla propiedad de Francia y la otra mitad de Holanda, una frontera entre países europeos fuera de Europa, con sus respectivos aeropuertos internacionales en cada zona. Una isla tan pequeña y tan alejada de sus respectivas metrópolis hoy en día sirve de escape vacacional y de vitamina Sol para los muchísimos compatriotas que disponen de una segunda vivienda aquí. El urbanismo de San Martín no da tregua a la escasísima tierra libre de hormigón y, conforme menos tierra libre queda, la perversión económica hace más rentable todavía el construir allí.

San Martín fue oteada por Cristóbal Colón y durante siglos esta isla fue un importante centro de producción de sal marina, motivo por el que fue disputada entre varias naciones. El acuerdo final entre Francia y Holanda, incumplido en varias ocasiones entre ellas en el pasado, ha dejado este vestigio tan peculiar del colonialismo en medio del Caribe.  

El aeropuerto de San Martín del lado holandés yace literalmente sobre la playa y los bañistas ven despeinarse sus cabellos cada vez que los aviones pasan sobre ellos, algo que ocurre más frecuentemente que en el resto de las islas vecinas de un tamaño similar. Solo disponemos de 24 horas en esta isla y decidimos alquilar un vehículo para poderla recorrer y dormir en él, ahorrándonos el elevado coste de una noche aquí. Sinceramente hablando, no es necesario mucho tiempo para poder hacerse una idea bastante clara de esta isla, subir su pico más alto y circunvalarla completamente parando en sus playas y mercados. Para nosotros un día en San Martín es más que suficiente.

Las playas de Oriente y Grand-Case, en el lado francés, ofrecen los colores caribeños de aguas turquesas y arena blanca, a la vez que las crepes con chocolate y los chiringuitos habituales de los pueblos de playa franceses, todo esto con un estilo más bien aséptico de cultura propia. Varios cruceros están amarrados en su inmenso muelle y es que San Martín es una de las paradas obligadas entre los cruceros que parten de la República Dominicana o Puerto Rico hacia las Antillas, muchos de los cuales hacen parada en esta isla únicamente para disfrutar de estas playas.

San Martín desde el aire, Philipsburg, capital de la zona holandesa
Playa de Philipsburg

El monte Paraíso, con sus 424 metros, es el punto más elevado de la isla. Completamos su ascensión en apenas media hora con unas vistas aéreas muy bonitas; como si Google Earth tuviera su cámara aquí para enfocar toda la isla. Desde el Paraíso bajamos a Marigot, la capital francesa de la isla. Son las cuatro y media de la tarde y, como en muchos lugares de Francia, la vida de la calle está más apagada que un perro al sol en un día de verano. El fuerte militar francés de Marigot nos brinda un bonito atardecer antes de marchar a buscar un sitio donde pernoctar en el coche. Así descubrimos lo increíblemente complicado que esto resulta, ya que la mayoría de los lugares son propiedad privada y están custodiados por guardas de seguridad. Finalmente encontramos un solar en obras, no es el paraíso caribeño en belleza, pero servirá de sobra para pasar la noche.

Vestigios coloniales en Philipsburg, San Martín
Vistas desde el techo de San Martín, el monte Paraíso (424m)
En el fuerte de Marigot, capital francesa de San Martín

A la mañana siguiente, habiendo recorrido ya la mayoría de la isla nos relajamos en las playas de Mullet Bay y Maho, esta última viendo pasar los aviones por encima de nosotros, que nos servirá para hacernos a la idea de que este increíble viaje por el Caribe toca su fin. Se puede viajar a lo largo del Caribe con un presupuesto ajustado, sí, pero hace falta tener imaginación y adaptarse a la realidad de cada isla. Para nosotros han sido muchas semanas de una belleza inusitada, disfrutando de una región del planeta afortunada en colores y temperaturas, deseada en los sueños de muchos y de la que nos quedará un recuerdo verdaderamente indeleble.

Playa de Mullet Bay, San Martín
Playa de Maho, célebre por la cantidad de aviones que sobrevuelan a pocos metros de la arena

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