Rapa Nui, isla de Pascua

La isla de Pascua es uno de los lugares habitados más aislados del mundo. Separada por más de 3000 km de océano Pacífico de las costas chilenas y a unos 2000 km de la vecina Tahití en la Polinesia Francesa, llegar a esta isla siempre es costoso. Ahora lo es por el billete aéreo y sus casi seis horas de vuelo desde Santiago de Chile, antes lo fue sin duda más, por la cantidad de semanas de navegación a vela/remo que les llevó a sus primeros colonos polinesios. Guiados por las estrellas y por un conocimiento preciso de las corrientes marinas estacionales, los hitos de navegación de los polinesios, aunque poco conocidos en Europa, supusieron aventuras de exploración mucho más salvajes que las británicas del siglo XIX.

Un jubiloso aplauso de todo el pasaje, en agradecimiento al piloto por conseguir aterrizar en una pista que va de lado a lado de la isla sin margen de error, nos da la bienvenida a Rapa Nui, el nombre original de este pedazo de tierra tan alejado de todo. Fue descubierta por los primeros europeos en el siglo XVII, en este caso por los holandeses en un día de Pascua, por lo que en un alarde de originalidad y sin preguntar a su población nativa decidieron cambiarle el nombre. La práctica totalidad de la población de Rapa Nui habita a escasos kilómetros del aeropuerto, en la población de Hanga Roa, mientras que el resto de la isla permanece libre de población humana, aunque como iremos desvelando más tarde; no libre de otros tipos de poblaciones…

Mientras caminamos a casa de Mauricio, quien nos ha ofrecido cama gratis durante nuestra estadía en Rapa Nui a cambio de conocer nuestras aventuras viajeras, nos impacta el verdor del campo y su temperatura tan agradable.  Mauricio vive en una bonita casa construida con contenedores reciclados de transporte naval y rodeado de plantas y flores. Según nos explicará, solo la población indígena rapa nui puede poseer tierra, casas y negocios en esta isla y además pagan menos impuestos que el resto de chilenos. Puede que nos dejemos algún territorio en el mundo, pero, de los que conocemos hasta la fecha, es la única «colonia» en la que los colonos (chilenos continentales) están a la merced de los colonizados (rapa nui). A pesar de esto, los propios rapa nui no están contentos siendo parte de Chile y guiñan más sus ojos a la Polinesia Francesa y a la propia Francia en su día.

Después de la llegada de los holandeses y españoles, a los cuales esta isla no les pareció estratégica para su imperio por su lejanía con las rutas comerciales, la isla sufrió la desgracia de recibir la visita de los ingleses, belgas, estadounidenses y peruanos, que la expoliaron de sus riquezas y cultura. Mientras que los ingleses y belgas se llevaron sus esculturas, artesanías de piedra y pinturas más impresionantes, que hoy en día no quedan ya en la isla, los peruanos se llevaron a los hombres adultos para trabajar como esclavos en la extracción de guano en otras islas. La mayor parte pereció por enfermedades convencionales en Europa, para las que no tenían defensas, y al morir se llevaron consigo la mayoría de las tradiciones verbales y conocimiento de la isla. Solo un grupo de apenas 100 personas rapa nui (mujeres, niños y algún anciano) sobrevivía en la isla cuando los chilenos decidieron hacerse dueños de esta en 1882. Por ello, y sin alabar la decisión de Chile de hacerse con este territorio, la verdad es que si no se hubiesen hecho cargo en ese momento, el futuro que tenía la población indígena estaba condenado a la desaparición.

Para estirar las piernas de la sentada de avión que llevamos desde Santiago, alquilamos unas bicicletas y echamos el higadillo subiendo a la cumbre del volcán Rano Kao, cuyo cráter lagunoso es un auténtico jardín botánico de especies únicas. Los nativos eran buenos conocedores de las plantas de este lugar y las usaban para la medicina tradicional y para extraer las fibras de totora con las que construían sus barcos. Cerca de la cumbre de Rano Kao visitamos también el poblado indígena de Orongo, lugar donde se celebraba el curioso rito del Manu-tara, que existió hasta bien entrado el siglo XIX.

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Cráter del volcán Rano Kao, un auténtico jardín botánico de especies raras

Muchas incógnitas quedan de la cultura del Manu-tara, posterior a los moai, y que consistía en el culto al ave migratoria manu-tara. Una vez al año, en septiembre, las distintas tribus de la isla competían entre ellas en conseguir el primer huevo de la temporada que pusieran los recién llegados manu-tara. Para ello, cada tribu designaba a un representante que debía nadar la distancia entre la isla y el peñasco Motu Nui (a más de 1 km de la costa) y aguardar allí hasta conseguir el primer huevo de manu-tara, que guardaría en una cesta sobre su cabeza para nadar de vuelta hasta la isla. Con ello, el poseedor del huevo ese año sería el tangata-manu y gozaría de un enorme reconocimiento, casi de deidad, hasta el año siguiente. Hoy en día, los manu-tara ya no visitan Rapa Nui, quizá conocedores de que ya no son necesarios en la cultura de esta isla…

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Los tres motus, de Orongo. El último y más grande, el Motu Nui es donde se recogía el primer huevo de la temporada de manu-tara

Descubrimos que las casas de Orongo tienen puertas minúsculas y los habitantes debían entrar arrastrándose. En su interior, las lascas de piedra del techo estaban pintadas con pinturas rupestres de manu-taras, textos escritos en cortezas de plátanos, petroglifos con su dios Make-make y anzuelos tallados en obsidiana. Incluso, en una de las viviendas se encontró el único moai de la isla tallado en basalto, el cual fue esculpido con el propio basalto, ya que no conocían los metales. Éste fue expoliado por los británicos y hoy es visitable en el British Museum de Londres. Este moai representa la transición entre la cultura de los moai y la cultura del Manu-tara.

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Casas del poblado de Orongo, donde se celebraba el rito del Manu-tara

Al día siguiente madrugamos para recorrer la costa este de la isla en bicicleta, una excelente forma para conocerla de forma tranquila, ya que cada medio kilómetro tenemos que parar para visitar los ahus, estructuras de hasta 200 metros de largo a modo de estrado, donde colocaban los moai dando la espalda al mar.

Hay más de 900 moai en la isla de Rapa Nui, la mayoría se encuentran tirados en el suelo después de las guerras tribales y tsunamis

Hay más de 900 moai en la isla de Rapa Nui, la mayoría se encuentran tirados en el suelo después de las guerras tribales y tsunamis

La carretera serpentea entre colinas ondulantes bañadas por el Pacífico y en poco tiempo nos dejamos atrapar por la magia de este lugar. En alguna bajada soltamos las manos del manillar y gritamos de alegría. Entre gritos y risas con la bicicleta, poco a poco nos vamos acercando a la colina rocosa de Rano Raraku, otro de los volcanes de la isla. Esta colina era la cantera de moai para toda la isla, de la cual se tallaron los casi 900 moai de Rapa Nui. Se tallaban directamente en la roca matriz en posición tumbada. Una vez tallado el cuerpo del moai, este era separado de la roca matriz y empujado ladera abajo a lo largo de los caminos para moai, que en algunos casos los llevarían hasta 20 km de distancia y subiendo colinas hasta dejarlos en su posición eterna. En esta colina descubrimos la existencia de dos tipos de moai, los que colocan encima de los ahu, distribuidos a lo lardo de toda la costa de esta isla y los moai que hincan en el suelo. Los primeros alcanzaban las casi 80 toneladas y sobre su cabeza colocaban el pukao, un característico sombrero de piedra volcánica roja de hasta 12 toneladas.  Los moai hincados en el suelo, por otra parte, son los de mayores dimensiones, alcanzando los 21 metros de largo y 180 toneladas y estos solo se pueden encontrar en las laderas de Rano Raraku, en torno a unos 400 en número.

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Volcán Rano Raraku, lugar donde se tallaron los 900 moais repartidos por toda la isla. En las faldas de su montaña se pueden ver los moais

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Bea y los moai de Rano Raraku

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Moai de Rano Raraku

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En el volcán de Rano Raraku, con los moais de más de 20 metros de altura y 180 toneladas de peso

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Cantera de moai, con uno sin terminar de esculpir

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Hoy en día solo su cabeza sobresale del cuerpo, sin embargo el resto del cuerpo se encuentra enterrado

Desde Rano Raraku, la siguiente parada obligada en una visita a Rapa Nui es el Tongariki, o los 15 moai, otro de los lugares que nos dejarán con la boca abierta y al que volveremos al menos dos veces más. Unas nubes amenazantes nos hacen emprender la vuelta al poblado, hasta que descargan sobre nosotros toda su furia. Mientras sacamos las capas de lluvia de la mochila al borde de la carretera, una simpática mujer rapa nui para su furgón y nos invita a subir para llevarnos, a lo que rápidamente accedemos regalándole una merecida sonrisa. Estamos haciendo trampas con la bicicleta, pero a quién le importa cuando uno se está calando.

Detalle de los moai de Tongariki

Detalle de los moai de Tongariki

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Tongariki!

Otro de los encantos de la isla de Pascua se encuentra en su costa oeste, las múltiples cuevas o tubos de lava que sirvieron de refugio durante las guerras tribales. De entre ellas, cabe destacar el complejo de Ana Kakenga, cuyas cuevas fueron habitadas durante siglos y que contaban con salida y vistas a los acantilados sobre el mar. También en la costa oeste, y en compañía de Mauricio, conocemos la piscina natural enfrente del hotel Iorana, a la que se accede por la también interesante cueva de Ana Kai Tangata, esta última con pinturas rupestres de manu-tara.

Tubos de lava cerca de Rano Kao

Tubos de lava cerca de Rano Kao

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Pinturas rupestres de Ana Kai Tangata que representan a manu-taras

Con las piernas cansadas de subir y bajar colinas con la bicicleta, y viendo que por el mismo precio podemos alquilarle la moto a un amigo de Mauricio, optamos por esta opción para llegar a ver el amanecer en Tongariki y a la playa de Anakena. Del amanecer en Tongariki solo podemos decir que fue uno de los más mágicos que recordaremos, comparable al amanecer desde el volcán Telica en Nicaragua, o al amanecer en familia subiendo al volcán Licáncabur en Bolivia. La imagen de los 15 moai de hasta 80 toneladas mirándonos fijamente, mientras pensamos cómo pudieron moverlos hasta allí es algo indescriptible. Por otra parte, la playa de arena blanca de Anakena, bañada por aguas cristalinas y templadas polinésicas, custodiada por 7 moai, y a la sombra de cocoteros es simplemente espectacular.

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Amanecer en Tongariki, era la segunda vez que lo visitamos y no nos dejó indiferente

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Playa de Ovahe de aguas polinésicas

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Playa de Anakena, sin duda una de las más impresionantes que hemos visto

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Playa de Anakena

La guinda del día es el atardecer con los moai de Tahai. Mientras nos abrazamos y observamos este espectáculo para la vista, no podemos evitar pensar que nuestro año por Sudamérica llega a su fin. Han sido muchos meses de conocer a gente maravillosa y lugares impresionantes y, sobre todo, de elegir en pareja nuestra siguiente etapa, que seguro no nos dejará indiferente a ninguno.

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Atardecer desde Tahai

 

Recomendaciones para ir a Isla de Pascua:

  • ¿Cómo llegar a Isla de Pascua? Solo se puede volar allí con la aerolínea Latam desde Santiago y Tahití. Los vuelos más económicos se pueden conseguir por 330 euros (ida y vuelta) desde Santiago, algo que nos costó conseguir, pero que finalmente con paciencia logramos. También se puede ir en barco desde Valparaíso un par de veces al año en un viaje que tarda unos 10 días en llegar. Sin embargo, para la opción del barco es necesario comprar el vuelo de vuelta, ya que el barco no recala mucho tiempo en la isla.
  • ¿Cuántos días es necesario para ver Isla de Pascua? En principio la isla se puede conocer en un par de días si se va con mucha prisa. Por nuestra experiencia lo ideal es estar al menos 5-7 días, si se quiere disfrutar de todos sus encantos.
  • ¿Es caro Isla de Pascua? Esta isla no es cara, es carísima! Una recomendación es llevar toda la comida que necesitemos desde el continente porque además con el pasaje permiten llevar dos mochilas facturadas. Si no se quiere gastar un doblón en alojamiento, lo ideal es optar por couchsurfing o camping. Desde el 1 de agosto entró en vigor una nueva norma por la que es necesario contar con reserva de alojamiento para visitarla.
  • ¿Cómo conocer isla de Pascua? La mejor manera es alquilarse una bicicleta si se tienen buenas piernas o alquilar una scooter (por unos 20 euros al día). Solo hay dos carreteras y todos los lugares están muy bien indicados. En todas las ruinas principales hay guardas rapa nui, que con nosotros se portaron de maravilla y nos explicaron con mucha calma lo que se sabe de su cultura anterior.
  • ¿Cuál es la mejor época para ir a isla de Pascua? Todo el año es buena época para visitarla porque disfruta de un clima tropical. Los meses más lluviosos corresponden con junio-agosto, pero también son los meses en que todo está más verde. El mes más turístico y caro es febrero, que coincide con las vacaciones en el resto de Chile.
  • ¿Hay que pagar por visitar los moai de isla de Pascua? En isla de Pascua, toda la isla está protegida. Si no se planea visitar sus ruinas principales: Tongariki, Rano Raraku, Orongo y Ana Kakenga, no es necesario sacar ningún permiso especial. Si como es normal y sí se van a visitar dichas ruinas, en el mismo aeropuerto antes de recoger las maletas venden el permiso, que vale para visitar todos estos lugares. En el caso del Rano Raraku y Orongo, solo los podremos visitar una vez, y el resto de lugares, tantas veces como queramos. Para turistas nacionales con el RUT el precio en agosto de 2018 es de 20.000 CLP, mientras que para visitantes internacionales sin RUT el precio es de 54.000 CLP.

4 comentarios en “Rapa Nui, isla de Pascua

  1. Un relato maravilloso. Las fotos increíbles y el lugar imagino que es un sueño hecho realidad. Gracias por compartír vuestras experiencias y hacernos partícipes aunque sea en sueños de ellas.

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