Conociendo el Norte de Perú

Aprovechando unas vacaciones veraniegas que no tuvimos tiempo para preparar, y sin más organización que un billete de ida a Lima, una mochila de 30 litros con lo básico y unos cuántos dólares en el calzoncillo nos lanzamos a conocer la zona norte de Perú.

Estuve en Perú en 2012 como ponente invitado a dar una charla de energía solar en un congreso para fomentar las renovables en el país, y juntando unos días pude hacer un viaje muy interesante por la zona sur y este, por cierto explicado en este post. Seis años después y con una guapa acompañante hicimos caso a la brújula y seguimos la aguja roja hacia el norte.

Comenzamos recorriendo la ciudad de Lima, una de las capitales más bonitas, si no la más de América. Realizamos un circuito improvisado, que según comprobamos después es muy recomendable para todo aquel que quiera conocer Lima en un día. Empezamos en la Iglesia de los Dominicos visitando el Convento y las Catacumbas, lugar en el que yacen varias decenas de miles de españoles y descendientes a lo largo de varios siglos, con sus huesos cuidadosamente ordenados a modo de mosaicos en fosas comunes. Sin duda el oficio de hacer mosaicos con huesos humanos debe ser uno de los más vocacionales y extraños de cuantas profesiones existan. Cerca de este convento venden unos churros rellenos de crema muy famosos entre los limeños, que son ideales para endulzar la visita a la Plaza de Armas y la Catedral y conocer sus calles coloniales. Desde aquí nos dirigimos al barrio de Miraflores utilizando el moderno servicio de autobuses metropolitanos. Desde Miraflores, donde viven muchos de los extranjeros en Lima, recorremos a pie el paseo marítimo desde el Parque del Amor hasta el barrio de Barranco, este último, el barrio que más nos gustó de Lima por lo bohemio.

Por la noche tomamos un bus nocturno a Trujillo, método que usaremos más veces en este viaje para evitar perder días en trayectos y además ahorrarnos los hoteles. De este modo, llegamos a Trujillo a primera hora de la mañana y dejamos las mochilas en casa de Carlos y su familia, quienes se han ofrecido a hospedarnos una noche gratis en su casa a través de couchsurfing, porque les encanta recibir viajeros. Tenemos todo el día libre para conocer Chan Chan, Huanchaco y a última hora la Huaca de la Luna.

Las ruinas de Chan Chan (a 5 km de Trujillo) son el vestigio más impresionante de la cultura chimú. Constituyen la mayor ciudad de adobe de todo América con nueve ciudades/ciudadelas de unas 14 hectáreas cada una. Estas ciudades/ciudadelas las ordenaba construir cada uno de sus gobernantes jefes y después de su muerte se abandonaban, bajo el precepto de que las necesitarían en la otra vida. Esta cultura se desarrolló sobre los pilares de la cultura moche (de la que hablaré después) entre el 600-700 d.C. y el 1470, año en el que el inca Túpac Yupanqui la sitió destruyendo sus acueductos, condenando a su final a esta civilización. Posteriormente, los conquistadores españoles destruyeron muchos muros creyendo que en estos se escondían tesoros. Paseando entre sus murallas de adobe de hasta diez metros de alto y otros cinco de ancho cuesta imaginar una obra de ese calibre hoy en día.

Desde Chan Chan, y a apenas veinte minutos se encuentra Huanchaco, una localidad de playa famosa por sus embarcaciones de totora (junco), denominadas caballitos de totora. Todavía en la actualidad se pueden ver estas embarcaciones monoplaza en la arena de la playa con sus aparejos de pesca. Tras darnos un buen homenaje de comida por menos de dos euros cada uno (la tónica general en Perú), y un merecido baño en el Pacífico nos dirigimos a la Huaca de la Luna.

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Todavía se pueden ver las embarcaciones tradicionales de Huanchaco, los caballitos de Totora hechos de junco

Las huacas del Sol y de la Luna, también a pocos kilómetros de Trujillo y Chan Chan, son claro testimonio de la cultura moche, que brilló entre el 150-700 d.C. Los moches fueron beligerantes y famosos por la cantidad de sacrificios humanos que practicaban. Así pues, las huacas eran sus centros ceremoniales y administrativos construidos de adobe con forma piramidal. Lo más curioso de algunas de estas huacas es que son como muñecas matriuskas, y albergan como en el caso de huaca Cao Vieja hasta siete pirámides una dentro de la otra. Esto es, construían una huaca y cuando pasaban unos cien años la recubrían de nuevo adobe y adornaban manteniendo su forma piramidal. Los sacerdotes de estas huacas, conocedores del fenómeno del Niño y del cambio de las corrientes marinas podían predecir con bastante exactitud la llegada de las lluvias, en función de la presencia de conchas marinas que anunciaban su llegada, como el molusco spondylus. En una zona tan seca como es la costa peruana, este conocimiento de las lluvias traía el poder, y es por ello que los sacerdotes ocupaban los puestos más altos de su sociedad.  Su poder duró hasta el 650-700 d.C., cuando por más sacrificios humanos que demandaban los sacerdotes para traer las lluvias, un fortísimo fenómeno del Niño acabó con esta civilización.

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Huaca del Sol (enfrente) destruida parcialmente por los conquistadores españoles que desviaron el río para deshacerla en busca de tesoros, imagen tomada desde la Huaca de la Luna

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Paredes de la Huaca de la Luna, Trujillo

Empapados de tanta historia tan interesante quedamos con Carlos, un buen ejemplo del nuevo Perú y de porqué este país se está desarrollando tan rápido. Nos lleva a tomar unos riquísimos helados y cuando vamos a pagar nos dice que no, – sacaos una foto haciendo algo que no hubieseis hecho con ese dinero y enviádmela.

A la mañana siguiente ponemos rumbo al Complejo del Brujo y la Dama de Cao con una combinación de varios transportes. Dentro de este complejo visitamos la Huaca Cao Viejo, donde se encontró a la Dama de Cao, una sacerdotisa gobernante moche cuya momia se encuentra perfectamente conservada, pudiéndose ver incluso su cuerpo tatuado en el museo de este complejo. Su descubrimiento permitió conocer el papel que tenía la mujer en esta cultura, que como en este caso le otorgaba el poder máximo: sin duda una visita muy recomendable.

Dios moche Ai Apaec en Huaca Cao Viejo, complejo El Brujo

Dios moche Ai Apaec en Huaca Cao Viejo, complejo El Brujo

Huaca Cao Viejo, complejo El Brujo

Huaca Cao Viejo, complejo El Brujo

Sin habernos saciado de tanta historia esa noche dormimos en Chiclayo, a cuatro horas al norte de Trujillo, con la idea de conocer más de los moches y de porqué su dios supremo Ai Apaec les forzaba a realizar tantos sacrificios. De este modo, dedicamos otro día más a conocer la que quizá sea su mayor joya cultural: la Huaca Rajada y los enterramientos que se encontraron a su alrededor: las tumbas reales de Sipán, entre las que destaca la del Señor de Sipán. La visita a la Huaca Rajada viene muy bien para contextualizar lo que se visita en el museo (Museo de las Tumbas Reales de Sipán), ubicado en Lambayeque y al que han desplazado lo que encontraron en Huaca Rajada por motivos de seguridad. De los museos que conocemos en Sudamérica es sin dudarlo el más impresionante que hemos visto. No se permite entrar con cámara ni teléfono y así se guarda mucho mejor los secretos que alberga, un imprescindible si se recorre el norte de Perú.

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Detalle de la vestimenta fúnebre de oro de la cultura moche. Tumbas del Señor de Sipán, Lambayeque

Con la idea de cambiar de civilización, tomaremos un bus nocturno desde Chiclayo a Chachapoyas para conocer su cultura homónima (cuyo significado viene a ser los hombres de las nubes, al vivir en las montañas nubosas). Llegamos a primera hora del día, lo ideal para que nos de tiempo a conocer las ruinas de Kuélap, una importante ciudad de la cultura Chachapoyas ubicada en lo alto de una montaña a más de 3.000 metros. Esta cultura floreció entre el siglo IX y el XV, cuando fue dominada por los incas. El ascenso a la ciudad lo hacemos en el reciente teleférico que han construido para salvar los más de 1.500 m de desnivel entre la carretera y la ciudad, con impresionantes vistas de este valle.

Kuélap, ciudad de la cultura Chachapoyas en lo alto de una montaña a más de 3.000 metros, Chachapoyas

Kuélap, ciudad de la cultura Chachapoyas en lo alto de una montaña a más de 3.000 metros, Chachapoyas

Muy cerca de Chachapoyas, cuyas calles parecen de algún pueblo de Extremadura por su arquitectura colonial, se encuentran las cataratas de Gocta de 771 metros de caída, las terceras más largas del planeta. Al día siguiente de visitar Kuélap madrugamos un poco para conocer estas cataratas empezando en la localidad de San Pablo, accediendo primeramente a la base del primer salto, y posteriormente bajando al segundo salto para acabar saliendo por Cocachimba. Es un recorrido muy recomendable y combinable en el día con la visita a los cercanos sarcófagos de Karajía. Estos sarcófagos de unos 2.5 metros de largo y en posición vertical albergan momias de la cultura Chachapoyas en su interior y han sido instalados en paredes verticales de roca a más de 20 metros de altura. Miran hacia el este con el significado de despertar de la muerte. Este es otro día de los de recordar en este viaje.

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En el primer salto de Gocta

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Cataratas de Gocta de 771m de caída, Chachapoyas

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Sarcófagos de Karajía de la cultura Chachapoyas a más de 20 metros del suelo

Desde Chachapoyas decidimos cruzar por la poquísimo transitada frontera de La Balsa para cruzar a Ecuador. En este frontera nos toca despertar al funcionario de su siesta para que nos selle el pasaporte. En Ecuador pasaremos los siguientes diez días como muestro en el siguiente post, y volveremos a entrar a Perú por la transitadísima frontera de Tumbes rumbo a las playas del norte de Perú: Máncora y Órganos.

La playa de Máncora, ubicada cerca de la frontera con Ecuador es muy frecuentada por surferos y dispone de muchos bares y restaurantes. Pasamos una noche por allí y a la mañana siguiente nos dirigimos a bucear con tortugas marinas en Ñuro. La relación de esta población con las tortugas se basa en que los pescadores limpian sus pescados en el mar y las tortugas se alimentan de estos trozos de pescado, así que tras décadas de esta práctica las tortugas están cebadas y ya no migran.  Por lo tanto, es un lugar ideal para bucear con ellas incluso cerca de la orilla. Compartiremos buceo con varias decenas de tortugas verdes y carey, que nadan tranquilamente cerca del malecón. En busca de mayor tranquilidad, cambiamos Máncora por Órganos, una playa con el agua mucho más limpia y tranquila y sin duda un buen punto para tomarse unas vacaciones dentro de este viaje. La cabaña que alquilamos está ubicada en la propia arena y dispone de un par de kayaks con los que disfrutaremos mucho pillando olas.

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Tortuga carey en Ñuro

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Bea buceando con una tortuga verde enorme, Ñuro

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Surfeando con el kayak en Órganos

Este fue un buen descanso para lo que vendrá después. Al no haber comprado el billete de vuelta, los vuelos han subido disparatadamente y nos toca emprender una vuelta casi tan disparatada por carretera, en un viaje en autobús de 5.000 km por la Panamericana hasta Santiago de Chile. Tras una parada para retomar el aliento en Nazca para sobrevolar las impresionantes Líneas de Nazca,  retomamos el bus hasta Chile, ¡sin duda una buena aventura y de la que os hablaré dentro de poco!

5 comentarios en “Conociendo el Norte de Perú

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